Con respeto al Cuerpo Armado. Y sin maldad por lo que enfrenta un general de cuatro estrellas, ante la justicia norteamericana.
No es nuestro Ejército Nacional. Sólo, ojalá, un descarriado.
Es otra época, también triste. Ya veremos que sucede.
Que con su pan se lo coma.
En fin, aquí vivimos y no olvidamos. Menos perdonamos. Ni callamos, como en tiempos idos.
Al platicar con nuestro amigo Virgilio A. Arias Ramírez egresado del Instituto Politécnico Nacional, sobre la epopeya y correcta versión, como estudiante y participante, del movimiento del sesenta y ocho. E informarle que nos piden repetir su amplia crónica que nos proporcionó. Con su permiso la reproducimos íntegra en tres capítulos.
Este, claro, es el primero:
Cómo empezó el movimiento del 1968 que terminó con la represión del 2 de octubre.
Hace 52 años en aquella tarde del 23 de julio, en la Vocacional No. 5 de Ciencias Sociales del Instituto Politécnico Nacional, ubicada frente a la Ciudadela de la Ciudad de México.
En esos años felices era costumbre que los alumnos de este centro escolar visitarán a la escuela secundaria Isaac Ochoterena a platicar con jovencitas y que los estudiantes de ésta, también fueran a la “Voca Cinco” con el mismo fin.
Ese día, se dio una ligera discusión entre algunos alumnos de ambos centros de estudio sin mayores consecuencias. Pero alguien llamó a la policía y en respuesta llegaron camiones con granaderos.
Sus elementos descendieron y sin investigar los hechos empezaron a agredir a los estudiantes, algunos corrieron para refugiarse en la escuela, pero ellos los siguieron y entraron.
Varios maestros al interponerse también fueron golpeados.
En la enfermería de la Escuela fueron curados los heridos.
El director era el contador Antonio L. Ross, y en reunión de la Sociedad de Alumnos, se nombró una Comisión para asistir a la Escuela Superior de Economía del mismo IPN que dirigía el licenciado Jorge de la Vega Domínguez, a exponer lo acontecido y solicitar apoyo para acudir al Departamento del Distrito Federal.
El jefe era el licenciado y general Alfonso Corona del Rosal. Y los de la policía: general Luis Cueto Ramírez, Raúl Mendiolea Cerecero y el comandante Alfonso Frías.
La comisión fue recibida hasta el día 26, donde solamente logró que el ejército y los granaderos fueran retirados del área de las escuelas del IPN.
En reunión de 18 representantes de escuelas, se acordó realizar una manifestación en contra de las autoridades del Departamento del Distrito Federal y ellos mismos se dieron a la tarea de visitar a otras escuelas del Politécnico.
Exponer la situación para que apoyaran y hacer presión ante las autoridades.
Se “mataron clases”; y el 29 de julio se nombró otra Comisión en la escuela de economía encabezada por su líder Fernando Hernández Zárate.
En el “Pliego Petitorio” contenía principalmente lo siguiente:
Libertad a los presos políticos, Indemnización a los estudiantes heridos el 23 de julio por los granaderos y la destitución de los jefes policiacos, Cueto Ramírez y Mendiolea Cerecedo.
Pasaron los días y al no haber respuesta positiva, los estudiantes de las escuelas técnicas del Distrito Federal, la Escuela Normal, la Escuela de Agricultura “Chapingo” y facultades de la Universidad Nacional Autónoma de México apoyaron a los politécnicos.
Al mismo tiempo se suspendieron las clases de nivel superior en todos los planteles educativos de la capital.
En los estados de la República, poco se sabía de esta grave situación porque los periódicos, radio y televisión “no les parecía noticia” digna de darse a conocer.
Algo de historia de aquel infausto año.
“Al iniciarse el año de 1968, en muchas partes del mundo se percibían nuevos aires de transformación social y económica.
Rusia avanzaba en su industrialización, en China había triunfado Mao Tse-tung, la India había logrado su independencia de Inglaterra bajo el liderazgo de Mahatma Gandhi y su “desobediencia civil”, varios países africanos también lograron ser libres de la tutela europea y el mundo vivía la “guerra fría”.
En México por décadas en materia económica se llamó “Desarrollo estabilizador”, esto es, que se había logrado un crecimiento económico anual del 6 del producto interno bruto (PIB) sostenido, lo que se advertía con obras de infraestructura:
Carreteras, presas hidroeléctricas, electrificación rural, introducción de agua potable, parques industriales, construcción de escuelas, producción y exportación de petróleo, distritos riego, unidades habitacionales.
Se fortalecía la salud a través del ISSSTE y el Seguro Social.
La producción agropecuaria encontraba gran impulso del gobierno federal. México se “daba el lujo” de exportar alimentos y el campo progresaba, aunque con una pobreza relativa.
En materia educativa la UNAM crecía.
El IPN que fue fundado en 1936 se consolidaba como la primera institución tecnológica de nivel nacional.
Al arribar al año sesenta, México observó el movimiento magisterial y ferrocarrilero y tenía una población de 48’893,607 con un considerable porcentaje en las zonas urbanas que integraban la clase media y en las zonas urbanas que ya accedían a la educación superior.
En ese despertar creció la demanda de vestido, alimentos, calzado y una porción de ella ya traía por lo menos sus “carcachitas”.
Nos referimos a la capital del país.
Aquí llegó la influencia europea y la gringa: las damas empezaron a vestirse de pantalón o minifalda, fumaban y tomaban licor.
Todavía el tequila, el mezcal y la cerveza no eran consumidas en este nivel social.
El romanticismo de la Revolución Cubana envolvió a los maestros y estudiantes.
Los intelectuales que hicieron vida literaria y los puentes culturales fueron: Gabriel García Márquez, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Julio Cortázar.
Eran latinoamericanos que tenían presencia literaria en el extranjero.
En la capital del país, despuntó la “Zona Rosa”, el ombligo citadino a visitar por las noches,
Y en el aspecto cultural surgían “caminos estéticos”, la “buena onda”, cambió de pronto el lenguaje, en los centros educativos y literarios, los ateneos, los cursos de pintura, exposición de fotografías y modelado.
De manera destacada y afortunada surgió La Casa del Lago, ahí se reunían los impulsores del saber.
Llegaron también las letras mexicanas que entre otros autores fueron: Villa Urrutia, José de la Colina, Manuel Felguérez, Juan José Arreola, Tomás Segovia, Alí Chumacero, Homero Aridjis, Sergio Mondragón, Marco Antonio Montes de Oca.
Nació “La Espiga Amotinada» en la UNAM donde participaban: Margarita Michelena, Jaime Labastida, Eraclio Zepeda, Sergio Pitol, Rosario Castellanos, Jaime Sabines, Elsa Cross, José Emilio Pacheco, José Agustín, Carlos Monsivais, Vicente Leñero, Julieta Campos.
Los periodistas, Renato Leduc, Gustavo Salas, Hugo Hiriart, Roger Bartra, García Saldaña, Paulina Lavista Fotógrafa.
Las planas de Erotismo: con Juan García Ponce, y obviamente todos ellos eran bohemios que amanecían en cualquier lugar.
Ellos pulieron las letras, las hicieron bellas, fue un despertar generacional, un punto de partida.
Ya había TV a color, crecieron los cines clubs, con películas como: Bella de Día, Los cañones de Navarone, Casa Blanca, Ben-Hur, Rebelde sin causa, Eva al desnudo, Río Bravo, Rififí.
Y del cine nacional El Reboso de Soledad, Los Cristeros, María Candelaria, Los García, La Barraca, Doña Bárbara, México de mis recuerdos, Canoa, los Caifanes, etc.; se escuchaba buena música: boleros, Mambo, Chachachá, y lo nuevo era “el rock”.
En muchas tardeadas y madrugadas ya abundaba el licor, sin dejar de lado la mariguana.
Asiduo visitante de la “Zona rosa”, era el pretensioso dibujante y luego pintor José Luis Cuevas y se tornaron famosos los Super Machos de Eduardo del Río “Rius”.
A ellos los invitábamos al Politécnico y nos hacían reír a chorros, se popularizaron los Beatles y surgió la señal de “amor y paz”.
Sin percatarse la juventud vivía su propia historia y no todos estaban conscientes de lo que ello significaba, porque el ayer y el mañana no existen, la vida es una realidad que debe experimentarse
Pero sí había un deseo de progreso personal, porque llegaron a la capital del país jóvenes que deseaban hacer una carrera profesional ya que en sus estados no había universidades.
Eran principalmente de: Sinaloa, Tamaulipas, Durango, Zacatecas, Nayarit, Michoacán, Guanajuato, Hidalgo, Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Tabasco, Veracruz, Chiapas.
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