JESÚS ZAMBRANO OPINIÓN

¡Claro que hay oposición!

Con cierta frecuencia, algunos articulistas -en apariencia objetivos y críticos al régimen- se lanzan a señalar que en México “no hay oposición” porque el presidente de la República sigue “implacablemente, consistentemente, imponiendo su proyecto  y haciendo realidad sus promesas de campaña” sin una oposición que le ponga freno.

Subrayan que ni siquiera los triunfos obtenidos en el 2021 por la coalición Va por México -incluidos los de la capital del país- fueron resultado de sus esfuerzos unitarios, sino del hartazgo de la gente por lo que está pasando, además de que la alianza opositora perdió en la mayoría de las gubernaturas. “¿Dónde está la oposición? ¡No existe!”, terminan sentenciando flamigeramente!

Luego este tipo de “críticas” son exhibidas, sin comentario -no hace falta- en el púlpito presidencial del circo mañanero, como ejemplo de lo que “desde la oposición” se dice sobre la oposición.

Yo señalé hace varias semanas en una colaboración en este mismo espacio, que este gobierno no estaba improvisando, sino que era congruente en cumplir con sus ofertas electorales, salvo algunos aspectos, lo cual ha resultado una pesadilla nacional porque ha ido llevando al país hacia el abismo y a la implantación paulatina de un proyecto autoritario, antidemocrático de corte dictatorial.

Entre los temas donde ha traicionado su propia palabra, están: no militarizar el combate a la delincuencia; regresar a los militares a los cuarteles para que cumplan con sus responsabilidades constitucionales; lograr un crecimiento económico del 4% anual; generar más empleos y reducir los niveles de pobreza y desigualdad, así como combatir y erradicar la corrupción. Es decir, sus principales banderas para ganar en el 2018.

En realidad, estas fueron “las mieles” que endulzaron su discurso y esencia autoritaria ante una sociedad harta de aquello contra lo que mayoritariamente votó.

Como lo ha desmenuzado minuciosamente Jesús Silva-Herzog Márquez (“La casa de la contradicción”), el presidente ha ido desmontando, destruyendo todos los mecanismos institucionales de control social y político para afianzar su proyecto populista autoritario.

Precisamente para salvaguardar estas casamatas construidas durante décadas de luchas opositoras, sociales y políticas, defender libertades y reorientar la vida del país, fue que tres partidos nacionales nos coaligamos de la mano de la sociedad civil en las elecciones del 2021 y, aunque no se ganó la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados (lo que hubiera sido posible si MC se sumaba), sí se logró el objetivo de quitar al bloque morenista, la mayoría calificada para evitar que modificaran a su antojo la Constitución y consumar su proyecto destructivo.

También, haber cambiado la correlación de fuerzas en la Ciudad de México no fue cosa menor. Todo ello porque más del 40 por ciento de los electores confió en esa unidad opositora y sus propuestas.

Gracias a ese esfuerzo se han frenado las reformas regresivas gubernamentales en el Legislativo. Se puede decir que quienes defendemos los valores democráticos, hemos ganado tiempo para prepararnos con miras al 2024 y estamos dificultando el afianzamiento de la antidemocracia. Esa es la razón del endurecimiento presidencial y de la obstinación para no variar el rumbo de su proyecto; confía en recuperar los millones de votos perdidos de 2018 a 2021.

Es esperanzador que para este 2022, se hayan alcanzado acuerdos electorales en 4 estados donde podemos ganar a Morena. Y es una lástima que, hasta ahora, no se vaya a ir en alianza de los tres partidos en Oaxaca y Quintana Roo. Ojalá que en el 2023 se logre el propósito de la unidad y se allane el camino para una alianza opositora total entre partidos y la sociedad civil y terminar con esta pesadilla.

Por ello mismo seguiré siendo de los que piensen que el vaso que observamos a la mitad, lo apreciemos medio lleno y no medio vacío, sin ánimo de satanizar a quienes “desde la oposición” terminan minimizando y hasta invisibilizando a la oposición, bajo la mirada gozosa y la sonrisa burlona del primer mandatario.

 

Jesús Zambrano Grijalva

@Jesus_ZambranoG

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