Lo sucedido este fin de semana en Bolivia y lo que ha venido sucediendo con la izquierda en Latinoamérica en los últimos años, pero sobre todo en los últimos meses, debe encender los focos en nuestro país y alertar sobre el riesgo latente que implica el debilitamiento de contrapesos, la sobre concentración de poder y el populismo.
Sin ser fatalistas ni ir más allá de lo que hoy hay, a un año del primer gobierno de izquierda en la historia de México electo democráticamente, debemos estar atentos y entender la lección:
Derechas o izquierdas pueden ser conservadoras o liberales según sus fines e ideologías y atraer adeptos según su capacidad o resultados, pero no deben separarse del espíritu democrático. Es la exigencia de nuestro tiempo, una exigencia totalmente alejada del autoritarismo y la imposición.
Garantía a los Derechos Humanos; fortalecimiento de instituciones autónomas; transparencia; libertad de prensa; voto libre y secreto son requisito indispensable para la gobernabilidad sin importar color o ideología.
Mantener equilibrios y libertades es fundamental con independencia de las buenas intenciones personales de un Presidente y más allá de eso, sin importar qué tan seguro cree estar en lo correcto o si es el único en tener la razón.
La caída de Evo Morales en Bolivia no es más que una consecuencia y ejemplo de cómo un gobernante puede llegar con una buena causa, en este caso una causa indígena justa que sembró esperanza en su pueblo, pero terminó apartándose de la realidad y comenzó a cambiar leyes para perpetuarse en el poder.
Evo Morales quien fue electo democráticamente por un período, ya iba por el cuarto a base de restar autonomía a los órganos electorales para garantizar un triunfo tras otro. En esta última ocasión tumbando el sistema de conteo de votos sin ninguna razón lógica o creíble. Hasta ahí pudo llegar el pueblo Boliviano, ese fue su límite.
Por eso hoy pide asilo a México para poder salir de su país. De ese tamaño el peligro de vulnerar o debilitar los órganos que generan contrapesos en la democracia y Bolivia no es el único ejemplo en Latinoamérica. De nada sirve que un gobernante llegue por elección de mayoría si al hacerlo comienza a hacer reformas constitucionales para perpetuarse en el poder.
Y esto sucede porque bajo una visión populista radical terminan creyendo que sólo ellos tienen la razón con actitudes mesiánicas y todo el que no piense igual está en su contra. En medio de un delirio de persecución se victimizan y se pierde totalmente el rumbo del país.
En este contexto los movimientos o conflictos sociales provocados por visones unilaterales son cada vez más comunes y derivan en una inconformidad por el incremento en el costo de vida, estancamiento o retroceso económico, impunidad y actos contra los derechos humanos.
Desde luego no es una problemática exclusiva de la izquierda y en México lo tenemos claro, pero cierto es que la izquierda paradójicamente, pese a su resurgimiento en el siglo XXI, no goza de la mejor imagen –algo que por cierto merece un profundo análisis-.
La destrucción de las instituciones democráticas y la amenaza latente de perpetuidad en el poder aunado a un discurso populista semejante al peronismo paternalista o el mismo nacionalismo mexicano de la era priista, conjugan una percepción no muy esperanzadora en países actualmente gobernados por la izquierda.
Y mientras que ejemplos como Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua parecen multiplicarse, existe una permanente comunicación y solidaridad entre líderes de izquierda de latinoamerica así como una agenda en común.
Muestra de ello el Foro Sau Paulo Brasil en 2018, que reunió a todos los liderazgos y en el cual partidos como Morena de México, suscribieron una declaración apoyando entre otras causas, a gobiernos como Venezuela y Nicaragua justamente.
Hoy México ofrece asilo a Evo Morales y no debe ser una sorpresa dada la vocación siempre solidaria de nuestro país con quien lo requiera, no hay ningún impedimento técnico o constitucional, sin embargo, el mensaje para los mexicanos en este contexto no es el mejor y tampoco lo es para nuestros principales socios y vecinos del norte.
En resumidas cuentas, debemos cuidar nuestras instituciones, hoy más que nunca los focos de alerta deben encenderse para los mexicanos y mantenerse así. La participación es la clave y también en eso Bolivia nos puso el ejemplo este fin de semana.
Se requiere un país de contrapesos, con válvulas de escape en el marco de la participación democrática, que permitan cambiar gobiernos cuando estos no estén dando resultados de manera pacifica y respetando el orden constitucional.
David Figueroa Ortega / Diálogo
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Reseña: David Figueroa Ortega es empresario, Ex Cónsul de México en Los Ángeles y San José California; Ex Diputado Federal; Ex Alcalde de Agua Prieta; Ex Dirigente del PAN en Sonora.