FERNANDO IRALA

Concatenaciones / Ahí están las masacres

La frase se hizo célebre hace un par de años, cuando “ya saben quien” se rio de que los medios de comunicación difundieran información sobre las matazones efectuadas por grupos criminales.
La burla fue en su momento un absurdo, pero lo es más en el último tercio del sexenio, cuando los hechos de violencia alucinante se suceden día a día, semana a semana.

Hace un mes fue en Totolapan, en la Tierra Caliente de Guerrero, donde un grupo de delincuentes asesinó a dos decenas de personas, incluido el presidente municipal del lugar.

De manera simultánea, en Veracruz los ataques de grupos armados dejaron también varias víctimas fatales.
En Guanajuato, la cuenta macabra es de medio centenar de ejecutados en lo que va del año.
Como singular anécdota trágica, el fin de semana un hombre fue asesinado al salir de la ceremonia religiosa en que había contraído nupcias, en Sonora.

Más atrás se produjo la ejecución de dos misioneros jesuitas y un guía de turistas en Cerocahui, Chihuahua, donde el asesino está identificado y cuenta con órdenes de aprehensión previas, pero por lo que se ve, goza de la impunidad con la que operan la mayoría de los carteles en nuestro país. La misma de la que goza Ovidio, por citar otro episodio emblemático.

Más allá de los casos de alto impacto, las cifras de violencia no pueden ser más lamentables. Este sexenio ya se convirtió en el más sangriento de la historia mexicana, por lo menos en un siglo, y a como apunta la tendencia, el sexenio finalizará con cerca de doscientos mil homicidios dolosos.

Contra esa marejada de terror, el gobierno sólo atina a repetir el discurso que se ha remachado durante cuatro años: todo es culpa del neoliberalismo, de la corrupción, de los regímenes anteriores.

Nos queda claro que los muertos de Fox son sus muertos, y que así ocurre con Calderón y con Peña Nieto. Sólo resta una pregunta tan elemental como incontestada: ¿de quién son los muertos a partir del uno de diciembre de 2018?

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