FERNANDO IRALA

Concatenaciones / Buenas intenciones; sueños guajiros

“Mi sueño es que cuando termine mi mandato haya más igualdad y no haya pobreza”, dijo el Presidente en su más reciente gira por el sureste, en una de esas reflexiones acorde con los tiempos actuales, en que todo se ha adelantado, la sucesión, las campañas políticas, las despedidas y las nostalgias.

La mala noticia es que las cifras indican la tendencia contraria. Las buenas intenciones no han producido en los pasados cuatro años resultados en la dirección deseada, hoy en México hay más desigualdad y más pobreza; no es pensable que esa orientación se invierta en lo que resta del sexenio, y si así fuera de todas maneras no alcanzaría a modificar sustancialmente el resultado.

Analizar la desigualdad y su dinámica en un país tiene que ver con una multitud de factores, pero los economistas usan mucho un instrumento estadístico llamado Índice de Gini, que en una sola cifra nos da una referencia para ubicar y comparar los grados de desigualdad.

El Presidente lo ha usado incluso en una de sus presentaciones, pero como estaba mal aplicado y lo criticaron, no lo ha vuelto a mencionar. Sin embargo, el índice existe y los datos para México también.

Ese índice mide y sintetiza la desigualdad en una cifra que se mueve entre el cero y el uno. Cero es la igualdad  plena y uno es la desigualdad extrema. México estaba en 2018, al empezar el actual régimen, en una valor de 0.467, por debajo de la mitad. En 2021 estamos un poco arriba del 0.5, es decir, hemos empeorado. No mucho, pero hemos empeorado, y además, se rompió una tendencia histórica de reducción de la desigualdad que venía desde el siglo pasado.

En concordancia con la desigualdad, las cifras de pobreza tampoco son halagüeñas. Seguimos teniendo a una décima parte de la población en pobreza extrema y a la mitad de los mexicanos en alguna condición de pobreza.

La pobreza también tiene múltiples facetas, y es posible ahondar en cada una de ellas. Por razones de espacio sólo referiremos dos: se puede ser pobre por carecer de servicios de salud, y ahí ha habido un trágico retroceso, pues con la desaparición del Seguro Popular, ahora casi un tercio de los mexicanos carece de seguridad social. Y el más lamentable ángulo, tal vez, es la llamada pobreza laboral. La gente es pobre pese a que trabaje, pues su ingreso no cubre sus necesidades básicas. En esa situación se encuentran actualmente dos de cada cinco trabajadores mexicanos.

La pregunta es simple: lo que se ha incrementado o mantenido, o en el mejor de los casos reducido marginalmente en un cuatrienio, ¿se podrá erradicar en dos años y dos meses?

Es pregunta.

 

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