Entramos a la recta final de un año funesto, de resultados desgarradores para el país, para millones de personas: Casi 120 mil muertos con sus familias enlutadas y un millón 250 mil contagiados de Covid-19 (según cifras oficiales; pero quizá el triple según cálculos de especialistas). Situados en el lugar 53 a nivel mundial, somos el peor país para vivir en la pandemia, con una letalidad de 9 de cada cien, y solo 2 pruebas aplicadas por cada millón de personas.
Otros datos: La pobreza se incrementó en 20 millones para alcanzar la cifra de 61.4 millones; casi 600 mil empleos formales perdidos; con dos billones 300 mil millones de pesos menos de inversión en dos años; fuga de capitales por 368 mil millones de pesos; una caída de 10 por ciento de la economía (sin crecimiento, no hay desarrollo); 77 por ciento de los contratos con adjudicación directa y 7 por ciento más por invitación restringida, propios de un gobierno corrupto, del más rancio capitalismo de cuates y del tan criticado “neoliberalismo”. Un alarmante crecimiento de los índices delictivos, los feminicidios y el acoso sexual.
Este es apenas, un apretado recuento de las consecuencias de una supuesta “cuarta transformación” que traiciona sus promesas de campaña, miente, dilapida los dineros del presupuesto (355 mil millones en obras faraónicas, 953 mil millones de pérdidas en Pemex), destina más de 300 mil millones para comprar votos en el 2021 y se roba el dinero de la ciudadanía hasta en el “Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado”.
Ante la catástrofe prefieren hablar de un México inexistente para ocultar que no saben gobernar, que son incapaces de declarar una situación de emergencia económica, sanitaria y social, que pronto será también humanitaria.
Que los micro, pequeños y medianos empresarios se las arreglen solos para salvar a sus negocios y empleos; que dos nuevos millones de pobres se formen en las filas de quienes solicitarán la dádiva gubernamental y terminar con los Fondos de Estabilización Económica.
Y para rematar, este funesto 2020, desesperados porque se están quedando sin recursos, lanzan una andanada de iniciativas de reformas para jalar dinero de donde haya, a costa de la estabilidad financiera del país y de la seguridad nacional, como es la referida al Banco de México, para que éste compre los dólares circulantes, así como para disponer libremente de las reservas internacionales del Banco Central.
Esa pretendida reforma prendió las alarmas nacional e internacionalmente porque llevaría a que el Banco de México se convierta en un inmenso lavadero oficial de dinero sucio. Sería el paso para convertir a México en un “narco-Estado” con la venia presidencial. ¿No importa de donde venga el dinero? ¿De los cárteles de la droga para los cuales hay “abrazos y no balazos”? Sería el colmo.
Pero no todo es tragedia. Cuando la noche es más oscura más cerca estamos del amanecer. Hay una esperanza en el horizonte inmediato, que es la conformación de una gran alianza, un frente amplio social y político, entre partidos y organizaciones diversas de la sociedad civil, que están dispuestos a unir voluntades y capacidades para reorientar el rumbo del país mediante un cambio en la correlación de fuerzas en las elecciones de 2021. El país no puede seguir en la ruta del deterioro, rumbo al precipicio, por “el camino de la locura”.
¿Es posible lograr ese cambio? Sí. Morena no es invencible; ya lo vimos en las pasadas elecciones locales y López Obrador lo sabe. Por eso se ha metido, como nueva “chachalaca”, de manera indebida e ilegal al proceso electoral para fustigar y descalificar esta alianza y, así, favorecer a su partido, ahora con la vergonzosa venia del Tribunal Electoral.
No hay tiempo para perder la esperanza ni mucho menos para bajar la guardia. ¡Es por México, es por la mayoría de la gente!
@Jesus_ZambranoG