LEOPOLDO MENDÍVIL

Crónica Confidencial / 8 de marzo: Poco que celebrar

A LAS MUJERES DE MÉXICO:                                      

                                                                                                           +Por un mundo donde seamos

socialmente iguales, humanamente

diferentes y totalmente libres.

Rosa Luxemburgo

Les tengo dos noticias buenas y varias muy malas…

Va la primera buena:

El Instituto Nacional de las Mujeres, con su magro presupuesto, llevó a cabo programas interesantes en beneficio de las mujeres. Entre ellos se encuentra la difusión del Protocolo para la Prevención, Atención y Sanción del Hostigamiento

Sexual y Acoso Sexual o las directrices para integrar mecanismos de prevención sobre esa materia; tales mecanismos estuvieron destinados a dependencias públicas.

Me llamó la atención el programa de certificación a empresas que cumplen con la norma mexicana sobre Igualdad Laboral y No  Discriminación, a fin de que éstas implementen acciones afirmativas en igualdad salarial y la presencia de mujeres en puestos de dirección.

La segunda buena noticia es que para 2023 el gobierno federal dispondrá de ocho mil 300 millones de pesos para promover y atender la igualdad, casi el doble que el año anterior. Dichos recursos, además de lo que se destine a INMUJERES, irá a parar a diversos programas como refugios, atención a víctimas, adelanto de las mujeres y varios más.

Cómo se ve que se acercan los comicios del 2024, porque es hasta ahora que la 4T pone atención a los problemas cotidianos que viven las mujeres, quienes casualmente son la mitad del Padrón Electoral. Aunque tarde y de manera interesada, la 4T da un paso en el sentido correcto.

Ahora bien, por mucho que haga éste o cualquier otro gobierno, algo nos funciona mal en el cerebro a los mexicanos; lo digo a partir de los siguientes datos, que son las malas noticias:

En 1981, México se adhirió a la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer. Estaba muy de moda el feminismo de segunda generación y había que hacer algo, claro. En en 1993, nuestro país adoptó la Declaración Sobre la Eliminación de Violencia Contra la Mujer, la cual indica que “si un Estado no previene, investiga o sanciona con la debida diligencia el feminicidio, en tanto máxima expresión de la violencia contra las mujeres, incumple con su obligación de garantizar -entre otros- su derecho a la vida”.

Es decir, llevamos ¡42 años! en el rollo del respeto a las mujeres y ni la sociedad en general, ni los sucesivos gobiernos han logrado que la situación cambie realmente.

Es cierto que la mitad de los estudiantes universitarios son mujeres, pero también lo es que como profesionistas perciben un promedio de 14 por ciento menos que los varones.

Ahora pasemos al aspecto más desagradable: las cifras sobre violencia de género. Apenas desde 2015 se llevan estadísticas sobre la materia y es probable que en los primeros años hayan tenido un subregistro importante. Como sea, durante los últimos tres años los delitos de este tipo se han incrementado -excepto uno- según cifras oficiales:

El año pasado, 122 mil mujeres fueron objeto de algún delito relacionado con su género; a esta cifra, agreguen 127 mil 500 víctimas de violencia familiar, dentro de las cuales, la mitad sufrió alguna lesión intencional. Ahora súmenle  23 mil violaciones, mil 910 casos de corrupción de menores, tres mil 900 homicidios culposos, tres mil 650 desapariciones…

La única estadística fría que disminuyó un poco (4.8 por ciento) fue la de los feminicidios para alcanzar 968. No es de extrañar que el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe, de la CEPAL, ubique a México como el segundo país con más feminicidios en la región, sólo después de Brasil.

Estos casos duelen todavía más al constatar que las procuradurías permanecen en el atraso total. En el interesantísimo estudio “Juicio a la Justicia” (2021), Amnistía Internacional Capítulo México retrató todas las deficiencias ocurridas en cuatro investigaciones sobre desaparición y feminicidio que tuvieron lugar en el Estado de México. Las insuficiencias van desde que la autoridad investigadora perdió evidencias, no se recuperaron imágenes de video en las calles, no se agotaron las líneas de investigación y, peor todavía, con frecuencia no se inician trabajos hasta pasadas las 72 horas de la desaparición de las víctimas.

Lo peor del caso es que la Fiscalía del Edomex no es la única; solo es un ejemplo de lo que pasa en la mayoría de las procuradurías estatales.

Mucho, muchísimo es lo que nos falta por hacer como sociedad y como autoridad para lograr una convivencia respetuosa y armónica entre hombres y mujeres.

Dicen que las mujeres son la mitad del cielo; para nuestra vergüenza, les estamos dando casi todo el infierno…

Colaboró: Upa Ruiz uparuiz@hotmail.com

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