A LOS ELECTORES:
+El peligro más grande para
tu futuro es la apatía
Jane Goodall
Un muy apreciado amigo mexicano, ex funcionario del Banco Mundial, me soltó el otro día que: “He trabajado en países menos desarrollados que México y por la décima parte de lo que nos pasa, he visto como ponen a sus gobiernos a temblar. Aquí somos una bola de agachones.”
La alternancia de 2018 se debió al gran carisma adquirido durante 12 años de campaña crítica de López Obrador, pero también a los niveles inaceptables de inseguridad, corrupción y falta de oportunidades, de la administración que concluía su cometido dejando un fuerte olor, prácticamente, de autoderrota.
Cuatro años después, ninguno de los tres males ha disminuido; sin embargo, la popularidad presidencial está mejor que nunca. Que AMLO se crea su discurso y que siga culpando a los gobiernos neoliberales es una cosa, pero que una porción mayoritaria de la población también lo haga, ya es otro asunto.
En las mañaneras, el inquilino de Palacio juega a su favor con los porcentajes de disminución del número de homicidios, pero lo cierto es que este sexenio es el más violento de la historia de nuestro país, con más muertos por día que la Ucrania actual.
Durante las semanas pasadas, los legisladores de uno y otro lado se rasgaban las vestiduras discutiendo la prórroga de una Guardia Nacional conformada casi en su totalidad por militares. Además del principio de no militarización del país, el fondo del problema es otro: ni los gobernadores, ni la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana hicieron algo por mejorar los cuerpos policíacos locales en los últimos años. Peor aún, ni el Congreso de la Unión, ni los congresos locales hicieron la presión suficiente para que los gobiernos estatales tomaran cartas en el asunto.
México tiene un déficit de 101 mil policías para alcanzar el estándar mínimo de 1.8 elementos por cada mil habitantes. O sea, que tenemos pocos policías y eso sí, muuuy mal preparados, por lo que no es de extrañar que la población prefiera conservar al Ejército -disfrazado de Guardia Nacional- patrullando las calles, aunque su efectividad esté en duda.
Las procuradurías son otro hoyo negro para la seguridad y la justicia. Los policías de investigación y los ministerios públicos son negligentes y, en muchos casos, corruptos. Poquitísimos casos llegan a judicializarse; aun así, tienen abarrotados de expedientes a los juzgados federales y locales. Así que el Poder Judicial también está en falta grave.
La corrupción, lo mismo: tampoco se ha frenado. En la última medición del Índice de Percepción de Corrupción 2020, México pasó del lugar 130 al 124 en los últimos años, por la sencilla razón de que “el riesgo de impunidad ante los grandes casos de corrupción sigue latente,” según indica Transparencia Internacional, organismo autor del estudio. Por más escándalo que se haga en los medios, los delincuentes de cuello blanco ahí van tan campantes como siempre.
Y no veo que algo vaya a cambiar, lamentablemente, con las filtraciones de Guacamaya Hacks. En los últimos días nos enteramos que dos casos concretos de militares totalmente corruptos: uno birlaba armamento dentro mismo del Campo Militar No.1, aquí en la capital, para venderlo al crimen organizado; otro era la “liason” entre militares de alto rango y el crimen organizado. Pero SEDENA nada ha dicho al respecto.
La falta de oportunidades tampoco ha disminuido; sólo ha aumentado el número y monto de dádivas a jóvenes cuyo futuro no ha cambiado. Diversos medios, Mexicanos contra la Corrupción y este espacio hemos documentado la falacia las Universidades Benito Juárez. Hay una mejora al salario mínimo y el INEGI indica una disminución de un punto porcentual en la desocupación para llegar a 3.5 por ciento. Sin embargo, estamos hablando de ocupación, no de empleo; es decir, gente que trabaja en la economía informal sin seguridad social o que labora en horas discontinuas cuando encuentra una chamba.
Tampoco hemos visto hasta el día de hoy, alguna manifestación social generalizada reclamando a las autoridades locales y/o federales por ninguno de estos grandes problemas arriba señalados, sobre los cuales mañana les seguiré informando.
No se trata de defenestrar al presidente, ni armar una revolución, sino de poner un alto a la ineptitud y a la verborrea.
Se trata de sustituir a los mexicanos agachones con mexicanos briosos; porque de que los hay, los hay…
Colaboró: Upa Ruiz uparuiz@hotmail.com
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