MARGARITA JIMÉNEZ

La Hidra Digital / Periodismo y espectáculo

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@MargaJimenez4

«Somos dueños de nuestros silencios y
esclavos de nuestras palabras»:
Aristóteles

Reportar, informar, documentar, analizar y reflexionar son temas del quehacer cotidiano del periodista, el que hoy por hoy está en el centro del debate a propósito de los señalamientos virulentos de AMLO a medios de comunicación y periodistas, y a lo hecho por las principales cadenas de televisión y las redes sociales en EUA al cortar un discurso de Donald Trump en el que estaba manejando mentiras flagrantes sobre temas de todos conocidos. Lo inaudito no fueron las Fake News sino la decisión de las televisoras que enfrentaron de esta manera, el temor a la reacción violenta de los seguidores de Trump.

El hecho mueve a la reflexión de lo que ocurre en México, donde en la máxima tribuna del país, la llamada “la mañanera”, se maneja de manera arbitraria la información, las distorsiones de ésta, el escándalo como verdad absoluta en un cuasi púlpito religioso.

Informar con la verdad, con hechos, tiene el poder de terminar con rumores y especulaciones; en cambio, repetir una mentira cotidianamente acaba por convertirse en verdad a pesar de los hechos. Paradoja del mensajero.

El gran comunicador del país, AMLO, tiene muy claro que todo vacío de información, alguien o algo lo llena, de ahí que él no deje espacio a la pandemia. Se maneja a modo conveniente por el doctor López-Gatell. Diariamente se dan cifras, llegando a un punto Top (límite) de desinterés en la conferencia vespertina del especialista.

Cómplice de este estado de desinformación, es el silencio de autoridades estatales que apoyan la dictadura de la desinformación y la distorsión en temas tan trágicos como el Covid y la crisis económica.
Frente a la libertad de expresión, la verdad única en el foro mayor sólo sirve al proyecto del líder, sin duda un éxito de comunicación. Mientras el show esté a la vista y los problemas lejos, la información estará manejada a conveniencia.

Lo cierto es que en una guerra emprendida contra los periodistas y los medios de comunicación en México, nadie se atrevería a cortar la transmisión del gran Tlatoani. Las concesiones y el oficio de informar estarían en juego.

A siete meses que haya elecciones en el país, las de mayor número de puestos en juego, la información que dé cuenta será lo que cuente.

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