Sin duda en los últimos dos años, el grito de las mujeres en contra de la violencia de género ha detonado movimientos en diferentes ciudades del planeta que están cimbrando a la sociedad de nuestro tiempo, visibilizando una realidad de siglos que al fin se expresa y exige.
No hay duda que las marchas de mujeres que se vieron en la CDMX, agresivas, violentas, virulentas, dejaron en claro que esta vieja deuda social acabó por estallar. Los feminicidios, la violencia de género, la intrafamiliar, el acoso, son semilla de cambios importantes. Sin embargo, todo movimiento se sabe cómo inicia, pero no como termina, ni que intereses se aprovecharán de él.
La Universidad Nacional Autónoma de México tiene memoria. A sus autoridades les preocupa. Se sabe que está volviendo a vivir días convulsos que empiezan a tener réplicas en otras entidades como en el Estado de México, en el CCH Naucalpan, en la FES Acatlán, en la FES Aragón. En la UNAM, la toma de 23 escuelas y facultades y de la Rectoría dan cuenta de ello. Los ocho grupos hasta ahora identificados que han vandalizado la UNAM en los últimos días envían un mensaje que comunica que el movimiento inicial se ha desviado, que ahora atenta contra el espíritu de la Universidad y lo dicho por el Doctor Graue en el sentido de mantener la calidad de la enseñanza y el rechazo a la no realización de exámenes de admisión. Se trata de la autonomía universitaria en términos de la preservación de sus principios. Pareciera que la UNAM y algunas de las universidades públicas del país vienen siendo vulneradas con mensajes de desprestigio que sólo ocultan un movimiento que pretende adueñarse de ellas.
Las acciones violentas contra la UNAM empezaron hace cuatro meses con la bandera de la lucha contra la violencia de género que sigue siendo el eje de las protestas, los alumnos afectados con los paros son más de 161 mil. Intereses desconocidos del poder están actuando en la lucha de las mujeres universitarias y en el conflicto de la UNAM. Ha pasado antes. El mensaje es claro: a ninguna entidad se le permite actuar autónomamente.
Margarita Jiménez / La Hidra Digital
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