NÉSTOR OJEDA

Vuelta prohibida / Una gran marcha con un gran hueco y lecciones no aprendidas

La de ayer fue una gran macha sin duda, rebasada por la ciudadanía y en la que confluyeron líderes históricos de la oposición, constructores de la democracia, viejas y nuevas generaciones, ex líderes estudiantiles, distintas clases sociales, críticos digitales que por vez primera salieron a protestar a las calles, así como oportunistas, chapulines y tránsfugas políticos.

Hubo de todo como en botica, refrán de abuelas y bisabuelas, para información de los millenials y la generación Z, esos jóvenes que, citando a una brillante académica de la UNAM, “a diario navegan en un océano de información que no alcanza una pulgada de profundidad”.

Un gran acierto fue sin duda poner la voz de todos en las palabras de José Woldenberg, hombre brillante y extraordinario que en su historia ha transitado por la academia, la lucha sindical, la oposición partidista y la lucha y construcción de la democracia moderna mexicana.

Su discurso se resumió el llamado a diputados y senadores (inclusive los de Morena) a no aprobar una reforma electoral que destruiría los avances políticos y sociales alcanzados en por lo menos tres décadas y que tradujo en un imperativo: “¡No al autoritarismo, sí a la democracia!”.

Woldenberg citó todos los pertinentes argumentos contra esta iniciativa presidencial que trastocaría desde sus cimientos al moderno sistema electoral mexicano para devolverlo a los tiempos en que el gobierno lo controlaba y decidía sus resultados.

Pero todavía hay un gran hueco en esta historia que aún no termina y de la que el propio Woldenberg ha sido y vuelve a ser protagonista. Falta desmenuzar con toda claridad cómo la construcción de un modelo progresista, democrático e incluyente devino en el surgimiento de una corriente populista que hoy se vuelve contra el sistema democrático que ha garantizado al país alternancia política en los últimos cuatro sexenios.

No hay una versión absoluta, pero hacer memoria puede ayudar a llenar ese gran hueco. Por ejemplo la manera en que la izquierda encarnada en el último tercio del siglo XX mayoritariamente por el Partido Comunista resolvió su contradicción interna abriéndose a la participación democrático electoral tras la represión de 1968 y guerra sucia de los setenta.

Luego en la continuación de ese esfuerzo con el nacimiento del Partido Socialista Unificado de México en que se sumaron los comunistas, el Movimiento de Acción Política (el MAP, donde militaba Woldenberg), la Unidad de Izquierda Comunista (UIC) y el Movimiento de Acción y Unidad Socialista (MAUS), principalmente.

El PSUM libró junto con otros partidos progresistas y de izquierda como el Mexicano de los Trabajadores (PMT) y el trotskista Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y finalmente en 1987 se ensayó otro ejercicio unitario para fundar el Partido Mexicano Socialista (PMS), donde confluyeron el PMT, el PSUM, el Partido Popular Revolucionario (PPR), el Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP) y escisiones del trostkismo (con personajes como Ricardo Pascoe) y del oficialista Partido Socialista de los Trabajadores (PST) de donde llegaron liderazgos como Jesús Ortega, Graco Ramírez y Patricia Olamendi.

Sin embargo el nacimiento el PMS prácticamente coincidió con el surgimiento de la Corriente Democrática de Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, momento que muchos sectores de la recién unificada izquierda vieron como la oportunidad de romper con el monolítico poder de un PRI que llevaba casi 70 años en el poder.

Pero ese fue también fue un punto de quiebre para la izquierda que entregó casi unánimemente el registro del PMS a Cárdenas quien con su corriente se alió con la llamada izquierda social (grupos que sin convicción democrática) e importó los usos y costumbres del priismo al naciente PRD.

La llegada de un tlatoani sentenció a muerte el impulso de una naciente izquierda unificada y la sometió por contagio a la reproducción de un sistema priista que se ha negado a morir y cuya capacidad de adaptación y reproducción es digna de estudio y ahí está Morena como fenómeno para atestiguarlo y revisarlo.

Esto generó dentro del perredismo el empoderamiento de grupos pragmáticos y fundamentalistas que expulsaron a la inteligencia de sus filas cuando esta fue incapaz de transitar a partir del diálogo y el debate; así la fuerza de la razón y los argumentos fue derrotada por el empuje de manos alzadas movidas por las ganancias que dejan la fidelidad a liderazgos que dispensan cargos y negocios.

Eso generó un lento pero permanente éxodo de dirigentes y líderes del PRD, en dos vertientes. Muchos se refugiaron en la academia y otras opciones de la vida pública y los vimos precisamente ayer marchar por el Paseo de la Reforma y otros que en su momento siguieron su instinto pragmático y emigraron a Morena.

Sin embargo, el impulso democrático creció y nutrió a un tiempo de la convicción de verdaderos demócratas y del interés de esos grupos que lo avivaron al verlo un medio para hacerse del poder. Así pudimos ver llegar a la presidencia a gobiernos del PAN, el PRI y Morena desde el año 2000.

Claro que los yerros de los gobiernos del siglo XXI, tanto panistas como priistas, son un factor fundamental para entender el encandilamiento de amplios sectores de la sociedad mexicana con el hoy predominante discurso populista, gracias a la innegable corrupción y torpeza de las administraciones de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, de las cuales sin duda no está exento el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Pero al final del día, hoy al alzar la voz en la Marcha en Defensa del INE, un parte de la sociedad se opone al mal que amenaza con matar al sistema electoral democrático que hoy tenemos, pero vale la pena mirar atrás para encontrar y entenderlo el origen de la enfermedad.

 

VUELTA POR EL WILLIAMS

La Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, programó ayer la conferencia en que su vocero Ulises Lara, dio a conocer la detención de dos instructores del Colegio Williams a quienes se les imputa responsabilidad en la muerte del pequeño Abner tras un incidente en una alberca.

Más le vale sin duda a la autoridad de la Ciudad de México aclarar  en plenamente las causas de esta tragedia sin sombra alguna de duda y sin chivos expiatorios; pero también es la oportunidad de las autoridades educativas a nivel federal y local para meter en cintura y aplicar una supervisión rigurosa y permanente a los colegios privados para que garanticen instalaciones y personal que proporcionen altos estándares de seguridad y educación a sus alumnos.

Pues si bien en algunos casos estos colegios ofrecen niveles de formación de excelencia, en muchos de ellos sus altísimas cuotas no corresponden a la calidad educativa que muchos padres buscan ante el añejo proceso de devaluación de la educación pública acentuado en este gobierno.

 

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