BULMARO PACHECO MORENO

Díaz Vega y el colosismo que resiste

Era marzo de 1994 y Luis Donaldo Colosio —a la sazón candidato a la Presidencia— llamó a Rubén Díaz Vega para comunicarle que había sugerido a Fernando Ortiz Arana, presidente del CEN del PRI, que lo nombrara delegado del PRI en el estado de Chihuahua… “Muy importante para nosotros Chihuahua, donde perdió el PRI en 1992 con Francisco Barrio. Ahí te encargo, Rubén”, le dijo Colosio.

Ortiz Arana le entregó el nombramiento y lo instó a tomar posesión en Chihuahua después de Semana Santa. Pero ese día no llegó, porque el 23 de marzo Colosio fue asesinado, y Rubén desistió de acudir al estado norteño a desempeñarse como delegado.

Díaz Vega había trabajado activamente con Colosio en 1985 como responsable del trabajo electoral en su campaña para diputado federal, y en 1988 en la campaña para el Senado. Fue su amigo.

El viernes 24 de octubre de 1975 —por la noche, siendo presidente del PRI estatal, diputado local y amigo entrañable—, platicó a solas con el gobernador Carlos Armando Biébrich en la Casa de Gobierno.

Era el penúltimo día de Biébrich como gobernador y le pidió a Díaz Vega que citara al otro día (sábado) a sus compañeros diputados de la XLVII Legislatura (1973-1976) para informarles  que había decidido presentar su renuncia al cargo de gobernador de Sonora, para —según dijo— evitar  mayores problemas, ya que de no hacerlo, el secretario de Gobernación Mario Moya le había advertido sobre el riesgo de que el Senado —a petición del presidente Echeverría— desapareciera los poderes en Sonora y, con eso, desatar  una nueva crisis como en 1929 y 1935.

La historia conocida es que al día siguiente el Congreso acepta la renuncia del gobernador y nombra sustituto a Alejandro Carrillo Marcor, quien esa misma tarde toma posesión del cargo. De inmediato Díaz Vega deja la dirigencia estatal del PRI en manos del secretario general Rafael Ramírez Leyva. Le avisan a Porfirio Muñoz Ledo, dirigente nacional.

Al iniciar Carrillo Marcor la persecución contra Biébrich, Díaz Vega como diputado encabeza la resistencia a través del “Movimiento Cívico Sonorense”, que mediante desplegados en periódicos nacionales informaba cada tanto tiempo sobre la persecución de Carrillo contra el exgobernador y su esposa. El Movimiento Cívico resistió —con todo y el edificio incendiado— hasta finales del gobierno de Carrillo.

El gobernador Carrillo le cancela la patente de notario a Díaz Vega y quita de diputado federal a Fernando Elías Calles, a la sazón suplente de Jesús Enríquez Burgos (que vuelve a la curul). Fueron años de confusión y divisiones, a la salida de Carrillo no le fue bien al PRI.

Rubén Díaz Vega nació en abril de 1937, en las instalaciones de la construcción de la Presa “La Angostura”, donde su padre Conrado Díaz Gallegos, nativo de Encarnación de Díaz, Jalisco, trabajó como maestro albañil. Don Conrado había transitado los difíciles caminos de la migración hacia Estados Unidos, donde laboró en Arizona y Nuevo México.

Don Conrado había conocido en Agua Prieta a Rosa Vega, nativa de Galeana, Chihuahua, que vivía en Douglas, Arizona. Se casaron y tuvieron dos hijos: Rubén, que nació en 1937, y Lula, en 1939.

La presa fue terminada en 1942 y el presidente Cárdenas expidió un decreto que dotaba de 20 Ha de terreno a todos los obreros y empleados administrativos que se quedaran y que hubieran laborado dos años como mínimo. Se les daba como alternativa el traslado al sur de Sonora y otras partes de la República para más de mil trabajadores que entre 1935 y 1942 trabajaron en la construcción.

Don Conrado y 145 familias más optaron por el sur de Sonora y todos fueron trasladadas en un tren hacia el norte del estado, primero Agua Prieta y después Nogales, hasta llegar a Ciudad Obregón. De ahí, los llevaron a un campamento ubicado cerca de Batevito, en los terrenos de lo que posteriormente se llamaría Colonia Irrigación.

Esas familias formaron sociedades de crédito agrícola en la Colonia Irrigación, con los apellidos de entonces: Olivares, Barrera, Bustamante, Saldaña, Rascón, Sandoval Valle, Díaz, Corrales, Durán, Cáñez, Beltrones Girón y Arenas, entre otros,

Era 1942 cuando llegaron los primeros colonos a desmontar las 20 Ha de cada uno con recursos del Banco de Crédito Agrícola. La familia de Díaz Vega se instaló en la escuela primaria de Batevito como primera habitación, ahí dormían y comían. Tomaban agua de un pozo y se surtían de comida en el “chumilco” del pueblo.

Cocinaban en hornillas y se movían en carretas, sobre caminos lodosos en épocas de lluvia y terregosos en invierno.

Los colonos definieron la zona urbana donde actualmente se asienta la cabecera municipal. El asentamiento fue reconocido primero como Colonia Irrigación, después como Comisaría Villa Juárez, perteneciente a Etchojoa, y desde 1996 como municipio Benito Juárez.

La escuela primaria José María Morelos se fundó en 1944, y ahí estudiaron la mayoría de los niños que llegaron con los colonos originales. Para estudiar la secundaria doña Rosa se llevó a Rubén y su hermana a Ciudad Obregón. Rubén a la escuela Rafael Campoy y su hermana a una escuela comercial; vivieron en Plano Oriente.

Don Conrado se trasladaría después a Hermosillo a la construcción del palacio municipal terminado en 1949, y a construir el estadio de beisbol de Santa Ana. Murió en 1952 por secuelas de un accidente de trabajo.

Con el apoyo de Doña Rosa, —que renta la tierra— y se queda a vivir en Villa Juárez (apoyada por su hija Lula, que ya trabaja en la tienda de los Cáñez como secretaria) Rubén se traslada a Hermosillo a la preparatoria de la Universidad de Sonora en 1954, y ahí coincide con Genaro Góngora, Carlos Armando Biébrich, Miguel Ángel Cortez, Ramiro Oquita y Francisco Acuña Griego. Todos ellos pasan después a la Escuela de Derecho.

Díaz Vega termina la carrera de Derecho y ejerce de procurador de la Defensa del Trabajo en el gobierno de Álvaro Obregón Tapia. Después se dedicó al litigio privado en el despacho de Rogelio Rendón, y posteriormente como notario suplente de Alejandro Sobarzo Loaiza.

Fue 6 años magistrado del Supremo Tribunal de Justicia en el gobierno de Faustino Félix Serna, y en 1970 logra la patente de notario público.

El destino le cambió en 1973 con la candidatura de Biébrich a la gubernatura. Deja el cargo en el Supremo Tribunal para coordinar giras del candidato y al mismo tiempo realizar campaña de diputado local por Hermosillo a la XLVII Legislatura. Al cambio de gobierno, asume la dirigencia estatal del PRI, y en el Congreso preside la comisión de Puntos Constitucionales hasta que viene la crisis.

Después de un largo período de 18 años de no participar en política, Díaz Vega sería presidente de la Fundación Siglo XXI, en 1993, candidato a diputado federal en 1997, vocal del Instituto de Crédito educativo (con López Nogales) y procurador de Justicia por más de un año (con Bours), y visitador y contralor del Poder Judicial para concluir su carrera.

Con 56 años de matrimonio con María Elena Noriega, ha vivido en la misma casa de la calle Veracruz desde 1966.

Culminó su ciclo como profesor de Derecho Constitucional en la Universidad y cumplirá 83 años el próximo abril. Sigue estudiando todo sobre derecho notarial, hace ejercicio todos los días y vive de su pensión.

¿Amarguras Rubén? Ninguna. Eso sí, mucha y muy variada experiencia en el conocimiento de la condición humana, sin duda.

¿Resentimientos? Tampoco. ¿Frustraciones? Menos. Mucho que aprender de los hijos y los nietos de los que hay que estar pendientes, dice.

¿Y la salud Rubén? Tranquilidad de conciencia y un cuerpo estable.

¿Qué te falta a los 83? Me hubiera gustado viajar más, leer más, escribir.

¿Qué queda de tu cercanía con Biébrich y Colosio? Una gran experiencia. Siento que México perdió una gran oportunidad con el crimen de Colosio, perdimos a un hombre inspirado en principios y valores, y con él se fue la oportunidad de un cambio real y un gran reformador para México. Otra hubiera sido la historia… pero no lo dejaron llegar, dice.

¿Y con Biébrich? Frustraron a una generación que le suspendieron muchos años de trabajo político. Pudo ser otra cosa, otro momento en la historia de Sonora, si a Biébrich lo hubieran dejado terminar su sexenio, por ejemplo, el PLHINO hubiera sido una realidad.

¿Aprendizaje? Una muy importante —dice—: Que a las injusticias de la vida debes hacerle frente y buscar salir con dignidad y nunca meterse a la política para sacar dinero.

Díaz Vega, el amigo de Biébrich más visible y auténtico, y un colosista vertical, congruente, leal, íntegro, de los de verdad; no de los más visibles, pero sí, muy destacado… Una vida sin grietas en sus lealtades políticas ni a sus amigos ni a su partido. Rara Avis para estos tiempos.

Bulmaro Pacheco Moreno

bulmarop@gmail.com

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