CARLOS RAVELO

Mejor prudencia que ira

Ante tantos reclamos escritos, un pensamiento de Séneca.

Nos confirma que es mejor prudencia que ira.

Y lo externamos literalmente:

“El iracundo o el ser colmado de ira, cólera u odio que, incapaz ya de contenerse, estalla y expresa sus sentimientos sin prudencia, puede ser ridiculizado fácilmente”.

Pero también puede ser digno de compasión.

Cómo es que ha logrado contener su ira, alimentarla, ocultarla, para qué en un momento de descontrol, patee una pared, de un manotazo en la mesa. Destripe a un perro o agreda a otra persona.

Aquí la ira se transforma en gesto, en teatralidad profunda y, de alguna forma, se suaviza después de ese repentino y necesario desahogo.

Qué tristeza.

Un entrañable amigo, cuyo nombre guardo en nuestro corazón, nos confesaba que en familia solíamos ser propensos al grito inesperado y al arrebato iracundo.

Las pasiones surgían por sí mismas y entonces los insultos, el sarcasmo más hiriente e incluso los golpes hacían su aparición.

Después de un breve periodo de arrepentimiento y tenso distanciamiento el agua tomaba su cauce y la tranquilidad cotidiana volvía a reinar en casa.

Creemos que el perdón, como aseveraba nuestro colega ya ido, se debe otorgar en forma recíproca, y también convenenciera, para evitar los insultos, porque no podemos vivir en guerra perpetua dentro de casa, en nuestras instituciones.

A las que llamamos de cultura. Y creemos en la inteligencia.

Y mucho menos pensar en eliminar a uno o varios de nuestros hermanos.

Sobre todo, cuando el cariño y aprecio genuino nos entrelaza y este sentimiento le da al perdón una pátina de solidaridad y sobre todo de certeza moral.

No olvidamos que el perdón proviene de un temperamento o sustancia reales, no nada más de un pacto para evitar el daño.

Vaya.

Para que amigos, compañeros, colegas, escritores y etcétera nos entiendan:

La amabilidad es siempre un claro exponente de madurez y de grandeza de espíritu.

Y tiene carácter universal.

Esperamos, con la mano extendida y un abrazo recíproco, la conciliación de nuestros amigos, colegas y compañeros.

Ojalá.

Carlos Ravelo Galindo / En Las Nubes

craveloygalindo@gmail.com

Artículos relacionados

Deja un comentario