CARLOS RAVELO

Nadie es profeta en su tierra

Hoy cumplirías 120 años, don Guillermo. En tu recuerdo, leer a los maestros es aprender. Cierto, nadie es profeta en su tierra.

Tu amabilidad nos hace también entender que allá donde imperan las densas tinieblas del egoísmo y la maldad, se convierte en la radiante luz que disipa y deja claridad.

Nuestro ilustre amigo el embajador emérito en retiro don Antonio Pérez Manzano en referencia a nuestro nieto el médico Jorge Alberto Ravelo Barba, aún en Barcelona, nos platica vivencias propias:

“Don Carlos, gracias por compartir la satisfacción y el orgullo de lo alcanzado por su nieto Jorge Alberto en España.

Al tiempo de desearle muchos éxitos profesionales, también le deseo que la felicidad lo acompañe al lado de su prometida Mariana, que pronto será su esposa.

En México adolecemos de ese mal llamado malinchismo, que se manifiesta en rechazar y desperdiciar talentos que tanta falta hacen a nuestra sociedad.

En el caso de mi familia, mi esposa y su servidor nos afanamos por ofrecer a nuestros hijos las mejores oportunidades que la vida diplomática nos ofrecía.

Ellos las aprovecharon muy bien.

Uno de nuestros temores era que ambos, por azares del destino, se quedaran a culminar sus estudios y luego a ejercer, en un país distinto a México.

Por suerte a la hora de seleccionar la universidad en la que cursarían sus carreras, escogieron la Anáhuac, México norte.

En la actualidad contamos con dos profesionistas: el hombre es licenciado en derecho, posteriormente cursó una maestría en la universidad de Chicago.

Catedrático en la misma Universidad Anáhuac y en la escuela libre de derecho; además es un escritor exitoso y cuenta con una familia armoniosa.

Por su parte, nuestra hija estudió medicina y empezó a trabajar en el Hospital ABC de esta capital. Viajó a Boston, Massachusetts, al hospital general que depende de la universidad de Harvard, donde fue aceptada para hacer una especialización en una de las ramas de la radiología e imagen.

Después de dos años regresó a México, pero la convencieron de regresar ya contratada para efectuar otra especialización y colaborar con estudios científicos que serían publicados en revistas especializadas.

Esta última especialización (lleva un nombre que en materia de relaciones internacionales yo lo hubiera rechazado): «intervencionismo radiológico», lo cual es una maravilla de la ciencia para diagnosticar padecimientos en distintos órganos del cuerpo humano.

Una ayuda invaluable para los cirujanos que pueden llevar a cabo una cirugía sin tener que hacer grandes incisiones.

Nosotros pensamos que al regresar nuestra hija sería un gran aporte para la medicina en México, pues existen muy pocos especialistas en esa rama.

Como padres orgullosos la alentamos para que regresara al Hospital ABC, para ayudar a muchos pacientes y que representara una compensación por todo lo que nosotros como familias, hemos recibido.

Se dirigió a dicho hospital, donde de plano fue rechazada por «estar sobrecalificada».

Pero supimos que lo que hacían era proteger el trabajo de un sobrino del jefe de la unidad de radiología, que le «chapuseaba» a eso del intervencionismo.

Mi hija también intentó prestar sus servicios en el IMSS y la Secretaría de Salud, pero ahí exigían otro tipo de méritos y recomendaciones que ella no cumplía o no estaba dispuesta.

Pasó un tiempo en trabajos como por su cuenta («free lance»), después le dieron trabajo en unos laboratorios de diagnóstico, pero nada que fuera satisfactorio para su preparación profesional y mucho menos, en la paga.

En el INTERIM contrajo matrimonio con un joven profesionista, especializado en economía, a quien de su trabajo lo trasladaban a la ciudad de Nueva York (de esto hace ya 5 años).

Antes de que se concretara dicho traslado, nuestra hija viajó para presentar solicitudes de empleo en varios hospitales de dicha ciudad.

Luego de unas semanas, o meses, le contestaron de dos instituciones, ofreciéndole la oportunidad de practicar su especialización, con un buen salario. Con los antecedentes de los hospitales que la aceptaron, se decidió por el «Memorial Sloan Kettering Cancer Center», donde lleva trabajando más de 4 años.

Es una pena lo ocurrido, pero una vez más se confirma que «nadie es profeta en su tierra».

Le envío un cordial saludo y mis deseos de que su salud le permita compartir sus siempre amenos artículos. Antonio Pérez Manzano”.

Carlos Ravelo Galindo / En Las Nubes

craveloygalindo@gmail.com

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