DEMIAN DUARTE

El cártel de la gasolina

El tema del precio final de los combustibles para el consumidor comienza a convertirse en uno de los grandes debates económicos del inicio de este sexenio y es que por más que el presidente Andrés Manuel López Obrador y la Secretaría de Hacienda han anunciado estímulos y bajas en el famoso Impuesto Especial y Producción y Servicios, que es uno de los factores por los que sube o baja el precio, la realidad es que el costo por litro se mantiene inmutables.

La razón de fondo ya apareció y es que los expendedores de gasolina han recurrido a una vieja práctica de ponerse de acuerdo entre ellos y fijar un precio alto en el mercado, con la finalidad de obtener la máxima ganancia, absorbiendo como utilidades los famosos estímulos.

El señalamiento es grave, ya que pinta una práctica de oligopolios organizados a modo de cártel de la gasolina, organizado para afectar a los consumidores y de pasadita hacer ver al gobierno federal como el responsable de los altos precios. Cuando son ellos quienes se quedan con el 63 por ciento de los estímulos.

El detalle es que se trata de una práctica ilegal, que incluso es motivo de sanciones portarte de varias instancias de esas ciudadanizadas, que a la fecha son incapaces de hacer nada.

Por ahí está la Comisión Federal de Competencia Económica, que ya debería haber realizado una investigación e impuesto sanciones y emitido las respectivas recomendaciones. También corresponde a la Comisión Reguladora de Energía e incluso a la Procuraduría Federal del Consumidor.

El presidente Andrés Manuel López Obrador ya dijo en su rueda de prensa del martes que buscará combatir esas prácticas, primero con la persuasión, pidiendo respetuosamente a los empresarios del ramo que bajen los precios y apliquen los estímulos, aunque posteriormente lo hará señalando y poniendo en evidencia a quienes tienen los precios más altos, a fin de desincentivar la compra en sus estaciones y promoviendo que los consumidores compremos con quienes venden más barato.

Sin embargo también advirtió que su gobierno podría poner sus propias estaciones de servicio y vender así la gasolina con menores márgenes a fin de hacer las veces de regulador del mercado, con el principio además de vender litros de a litro, que es otro gran debate al respecto de la venta de combustible, pues de todos los consumidores es sábado que además de los precios altos que persisten los empresarios del ramo en imponer como “fuerza mercado”, también desde hace décadas se incurre en esa práctica nefasta de dar litro de 800 mililitros.

Lo que no dijo el presidente, aunque me quedó bastante claro es que el siguiente paso será cancelar las concesiones para venta de combustible y así romperle el control del mercado a esos nefastos empresarios que afectan al consumidor, pero que además quiebran toda una política pública que busca incentivar la economía y mantener en control otro fenómeno que resulta muy costoso para el país como es la inflación.

Justo ayer apareció para intentar defender a los empresarios gasolineras Gustavo de Hoyos, presidente de la Coparmex, señalando que por décadas se buscó que hubiera apertura en el mercado de la gasolina y que justo hoy que existen marcas nuevas y competencia en el mercado, el gobierno federal amenaza con tomar control o al menos participar en el mercado, lo que a su juicio sería un retroceso.

El detalle del que no habla Gustavo de Hoyos es que se argumentó durante el gobierno de Enrique Peña Nieto que se abría el mercado de los combustibles como una medida de promover la libre competencia y la libre empresa, con la idea de que sea el mercado el que fije el precio a partir precisamente de la competencia y eso es positivo en base a la teoría de la famosa “mano invisible del mercado”.

Sin embargo, habrá que advertirle al señor de Hoyos que México no es Noruega, Estados Unidos o Canadá y aquí todo lo que asume que ocurrirá en el capitalismo no ocurre.

En realidad lo que ha venido ocurriendo desde que se dio la apertura del mercado es que un grupo de empresarios se han puesto de acuerdo y han incurrido en esa práctica nefasta de fijar un precio alto para obtener máximas ganancias, lo que equivale al tener una sola empresa como fue antes Petróleos Mexicanos, lo que en la práctica anula toda pretensión y posibilidad de éxito y beneficios para el consumidor, y eso no era, no fue y no será lo que se buscó, por lo que es de esperarse que el gobierno actúe, no contra el libre mercado, sino contra el abuso de un grupo de personas que lucran hasta hoy impunemente contra los intereses de los consumidores que somos usted y yo, con el ánimo de obtener máximas ganancias.

Demian Duarte / Pasión por los negocios

demiandu1@me.com

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