México no escapa al miedo, frustración, desesperanza y desconfianza que genera este coronavirus COVID-19, pero que, al mismo tiempo, nuestra nación siempre saca la casta ante la tragedia, y es muy común escuchar que, frente a la catástrofe, sacamos lo mejor de nosotros. Y sí, no tengo ninguna duda de que somos más los buenos, y que un sinónimo de nuestro país es SOLIDARIDAD.
Sin embargo, nunca faltan quienes hacen que nuestro México también sea conocido por kafkiano. Así nos llegan estas historias de terror, que son reales, y que se han dado en diversos lugares de la República Mexicana: ataques a quienes protegen y defienden la vida.
Así como lo está leyendo, cobardes sin escrúpulos, que han agredido principalmente a enfermeras en las calles. Y no se trata solo de Jalisco, sino también ya de Yucatán, Quintana Roo y Nuevo León. Y no se tratan de hordas, sino de adolescentes en presencia de la madre, que de puñetazo descontó a una enfermera.
Con un solo caso que se hubiera dado es para llenarnos de indignación y que exigiéramos castigo ejemplar al agresor. Pero no, se replican y van en aumento. Esta es la pusilanimidad de algunos mexicanos, que nos colocan ya en la vergüenza internacional.
Muchos otros, al contrario, agradecemos profundamente y desde el corazón, al personal médico que arriesgan su vida para salvar otras: doctoras, doctores, enfermeras, enfermeros, camilleros, químicas, químicos, personal administrativo y médico de hospitales, laboratorios y ambulancias, que trabajan incansablemente estos días. Y ese reconocimiento tiene que ser permanentemente y más ahora.
Un buen ejemplo es lo que hizo el Alcalde Santiago Taboada al iluminar de color verde –apartidista- los edificios públicos de la Alcaldía Benito Juárez, en honor al personal médico. Bien podría hacerlo Claudia Sheinbaum, en todos nuestros monumentos emblemáticos de la Ciudad de México. De color verde, como la esperanza que debemos mantener en estos meses de gran incertidumbre.
De corazón, ¡gracias personal médico!
@floresaquino
