ISRAEL MENDOZA PEREZ

Venganza y saña

El nivel de confrontación mediática entre Rosario Robles y el presidente Andrés Manuel López Obrador se encuentra en el punto más álgido, el siguiente paso es el choque y la tentación de soltar revelaciones de complicidades políticas del pasado. Pase lo que pase. Ambos se conocen lo suficiente. Sus caminos se bifurcaron desde hace 15 años, pero la tentación de venganza crece a raíz del encarcelamiento de la exjefa de gobierno.

La reciente carta de puño y letra de Robles Berlanga se convirtió en los primeros escarceos. Lo siguiente es pasar de las indirectas a los asuntos más concretos. Los videoescándalos fueron el parteaguas de la ruptura política entre ambos. Pero hay más historia previa a la época en que la familia perredista gobernó y sentó su poder en la ciudad de México.

En la misiva, Rosario Robles acusa que la Secretaría de la Función Pública exagera con su inhabilitación por 10 años, pero insinúa que no hay problema que un funcionario del gabinete actual no declare propiedades por millones de pesos, en referencia al caso de Manuel Bartlett.

En su autodefensa política, la extitular de la Sedatu soltó los primeros golpes. Para ella, la prisión preventiva está sentada en «múltiples artimañas”. Incluso, la presencia del juez Felipe de Jesús Delgadillo Padierna abona a la sospecha, su relación familiar con Dolores Padierna y René Bajarano, otrora protagonista de los videoescándalos. Ese es el nudo de este entramado.

Y es que para el presidente Andrés Manuel López Obrador, Robles Berlanga traicionó a la izquierda moralmente y hundió al PRD en una crisis financiera y de descrédito. Ahí comenzó el disgusto.

Ahora, López Obrador respondió a la carta de la extitular de la Sedatu, en la que afirma que a nadie se le persigue, a nadie se le fabrican delitos, “eso ya pasó a la historia, al basurero de la historia, eso era antes cuando a los adversarios a los que consideraban enemigos los destruían creándoles, fabricándoles delitos, eso se hacía hasta hace poco y se hizo durante mucho tiempo en los gobiernos anteriores”.

Pero el segundo punto crucial es que la autonomía de la Fiscalía General de la República (FGR) se ve trastocada ya que el fiscal general Alejandro Gertz Manero es quien conoce mejor, de lo que se sospecha, a Rosario Robles pues hace 20 años él era secretario de Seguridad Pública del entonces DF y ella era la Jefa de Gobierno. El destino los confronta y las rencillas se cobran, en este caso tarde, pero por fin tienen a alguien que fue su comparsa, en el banquillo, y ya está humillada.

La presión emocional contra Robles juega un papel preponderante y ya hay señales de esa ansiedad pues en la última parte de la carta le inquiere al Presidente que «lo único que le exijo es un juicio justo” y cuestiona de manera abierta: «Me enfrento a una ofensiva por parte de funcionarios de su gobierno. ¿Por qué esta saña?”.

Israel Mendoza Pérez / Dobleces

@imendozape

Artículos relacionados

Deja un comentario