ISRAEL MENDOZA PEREZ

Cero y van tres imposiciones

El bono democrático conquistado por Morena, en las urnas, hace 16 meses comenzó a dar visos de distorsión del objetivo principal de su creación como era el transitar, de un régimen endurecido y caduco por los años, a una nueva forma de gobernar sin vicios políticos arrastrados a lo largo de décadas. Las recientes imposiciones avaladas e impulsadas por Yeidckol Polevnsky, dirigente nacional del partido en el poder son muestra clara de la urgencia por ganar espacios a costa de doblar sus principios y provocar un retroceso histórico en ellos.

El apoyo al empoderamiento inconstitucional de Jaime Bonilla, en Baja California; la decisión de designar una candidata “oficial” para la dirigencia nacional en Morena véase Bertha Luján Uranga, y la más reciente, de mover la maquinaria legislativa en Senado de la República y beneficiar a Rosario Piedra Ibarra para su llegada a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), aunque delineados desde Palacio Nacional, son actos deshonestos contarios a los principios de Morena.

La honestidad como principio elemental de la Cuarta Transformación y pregonado por el presidente Andrés Manuel López Obrador no es acuñado de manera reciente. Desde hace 18 años es el estandarte llevado a todos los rincones del país ofrecidos a los ciudadanos como pilar de la Cuarta Transformación. El aire de cambio y hacer política con honestidad le redituaron sufragios a su causa, en tiempos recientes ya se cuestiona si se trata de un partido dirigido por una cúpula educada en la vieja escuela partidista.

Ahora, Yeidckol Polevnsky, como cabeza principal del partido-movimiento, permite una serie de abusos y excesos políticos indignantes para la estrategia fundamental de este gobierno. La deshonestidad y las trampas son toleradas. Los vicios del pasado son perfeccionados y, en algunos casos, parecen estudiados y legales, aunque sus ejecuciones se vuelven burdos.

La reciente acusación del PAN, en la Cámara Alta, en torno a un fraude o “embarazo” de urna en la elección de Rosario Piedra Ibarra como presidenta de la CNDH es la nueva pifia del partido en el poder; así como la búsqueda de la validez de la ilegalidad a través de una serie de declaraciones lanzadas para convertir un tema de fondo en la discusión frívola, forman parte de los excesos de Morena.

La dirigente nacional de Morena se encuentra atrapada en sus ambiciones de poder. Sus pragmatismos aprendidos en las lides empresariales le dictan favorecer a quienes le rendirán beneficios a futuro y le permitirán tener voz y una opinión de peso justo en 2021. Año decisivo y de evaluación para el partido postrado por ella.

Al no modificar su estrategia y las maneras de hacer política, Yeidckol Polevnsky comienza a perder presencia frente a sus opositores al interior del partido, pues a final de cuentas comienza a avalar las ilegalidades cometidas por los integrantes de su partido. Así tira línea desde la dirigencia nacional y se condecora con triunfos cuestionados.

Mantenerse más tiempo en el partido le deja un desgaste excesivo, pero sus intereses de grupo son —hasta ahora— lo más valioso para su causa. Avalar la deshonestidad le deja beneficios y los sella con el acrónimo de Morena.

Israel Mendoza Pérez / Dobleces

@imendozape

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