MARGARITA JIMÉNEZ

Indignados

Si perdemos la capacidad de indignarnos por lo vivido en Culiacán recientemente, donde queda claro quien tiene el control de la plaza y en manos de quien está la población de la capital de Sinaloa, situación que puso en jaque a las autoridades federales y locales. Si no nos indignamos por los incalificables hechos ocurridos a las familias LeBarón y Langford en la frontera entre Chihuahua y Sonora en los que asesinaron a seis niños y a tres mujeres; si en nuestro Estado de México no nos indignamos por contar entre nuestras alcaldías con la demarcación más insegura del país, Ecatepec, además de Naucalpan, Tlalnepantla, Chimalhuacán y Toluca, de acuerdo al Estudio del Gabinete de Comunicación Estratégica, si no lo hacemos y no expresamos nuestra indignación por la ola de feminicidios que vienen sufriendo las mujeres mexiquenses hace varios años, y si no lo expresamos por Ciudad Juárez, Michoacán, Guerrero, Guanajuato y no nos indignamos por el actuar débil, torpe, obstinado de las autoridades o por la permisividad de segmentos de la sociedad que ocupada en lo suyo busca justificar lo injustificable basados en las diferencias de creencias y prejuicios, más que en lo delesnable de lo que sucede y ponemos excusas para no sancionar y demandar acciones enérgicas después de ver como el crimen organizado se ha adueñado de la agenda e imagen pública, además de diversos territorios del país, entonces será demasiado tarde para detener la ecuación: crímen organizado, autoridades débiles, intereses y un tejido social roto que no podrá reconstruirse. La indignación tiene que ser no sólo producto de la viscera y el enojo sino de la reflexión, a fin que la expresión, la manifestación social de la ira obligue a la autoridad responsable a emprender una estategia de seguridad firme, eficaz, que evite el derramamiento de sangre que nos inunda y nos mantiene en una desazón permanente que enferma y se expresa en impotencia e inmovilismo. La voz de las víctimas y de los que piensan diferente ha de nutrir la indignación pública.

Margarita Jiménez / La Hidra Digital

@MargaJimenez4

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