MIGUEL ÁNGEL FERRER

Migraciones: irreversibles e imparables

Los desplazamientos de población son tan antiguos como la especie humana. Durante milenios en que el hombre vivió de la caza, la pesca, la recolección de frutos y el pastoreo, las migraciones eran la condición esencial de la existencia de cualquier grupo humano.

Esta condición esencial desapareció con el descubrimiento-invención de la agricultura hace diez mil años. El cultivo de la tierra permitió al ser humano convertirse en sedentario. Pero el sedentarismo no terminó con las migraciones. Estas, simplemente, se modificaron y adquirieron nuevos rasgos y motivaciones.

Pero entre las múltiples e infinitas razones de individuos y grupos sociales para emigrar hay una motivación siempre presente a lo largo de los milenios. Esta es la necesidad, el propósito o el deseo de mejorar sus condiciones materiales de existencia. Puede decirse, en síntesis, que la motivación económica es la causa principal y siempre presente de las migraciones.

Razones económicas fueron la causa de las grandes migraciones europeas hacia el Nuevo Mundo a partir del llamado descubrimiento de América. Y son razones económicas las que explican los desplazamientos de población actuales hacia Europa y Estados Unidos. Y son también razones económicas las que explican las migraciones del campo hacia la ciudad que han marcado el devenir demográfico característico del siglo veinte en todo el planeta.

Así, luego de milenios de predominio de la población rural, a comienzos del presente siglo 21, por primera vez en la historia la población urbana es mayor que la rural.

Este hecho significa que individuos y grupos humanos consideran que las posibilidades de mejoría en sus condiciones materiales de existencia son mayores en las urbes que en el campo.

Por ello y hasta donde es posible hacer previsiones es claro que esta tendencia hacia la urbanización y el relativo despoblamiento del campo se prolongará y fortalecerá en el futuro.

Se trata y se tratará cada día más de un fenómeno social y cultural irreversible e imparable. Europa y EU son buenos ejemplos actuales de la inutilidad de las medidas de fuerza para contener las migraciones. Y también de que tales medidas sólo aumentan el sufrimiento de los migrantes y de las familias de éstos.

Es cierto que una mejoría en la situación económica de los centros expulsores de población puede atemperar la migración. Pero tal atemperamiento, como lo prueba la experiencia histórica universal, no elimina el fenómeno y sólo modifica la formas en que se manifiesta.

Miguel Ángel Ferrer / economía y política

www.economiaypoliticahoy.wordpress.com

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