Es notorio el respaldo popular, ampliamente mayoritario, al gobierno obradorista con un contundente 70 por ciento de aprobación
Es muy claro que el gobierno del Presidente López Obrador marcha en sentido contrario al que siguen Mauricio Macri en Argentina, Lenín Moreno en Ecuador y Sebastián Piñera en Chile. En esas tres naciones las políticas económicas neoliberales, con sus tarifazos, privatizaciones y sujeción a los dictados del Fondo Monetario Internacional (FMI) han provocado revueltas e insurrecciones populares que han tenido como primer resultado la derogación inmediata de los paquetazos fondomonetraristas, pero que incluso pueden provocar la caída de esos antipopulares gobiernos.
En México, por lo contrario, es notorio el respaldo popular, ampliamente mayoritario, al gobierno obradorista con un contundente 70 por ciento de aprobación. Dicho de otro modo: siete de cada diez mexicanos expresan su aprobación al buen trabajo del gobierno obradorista. Incluso estos han sido los guarismos luego del intento desestabiizador y pregolpista perpetrado por el antiobradorismo más recalcitrante en la ciudad de Culiacán el jueves 17 de octubre de 2019.
Los hechos culiacanenses, desde luego, no han sido suficientemente aclarados. Pero hay varios indicios que apuntan a una especie de tanquetazo, como en Chile en 1973, o a un tejerazo, como el de España en 1981, es decir, ensayos de golpe de Estado. Un evidente propósito por fracturar la unidad prevaleciente en las filas de las fuerzas armadas y en el gobierno de López Obrador.
Aquí van algunos botones de muestra. Primeramente el haber mantenido desinformado al Presidente de lo que acontecía en esas horas críticas. Un segundo factor fue la ya bien documentada participación de la DEA yanqui en las horas y días previos a ese jueves negro. Un tercer elemento es la inexplicable evasión de varias decenas de presos de una cárcel de Culiacán. Y, como cuarto elemento, la difusa participación del gobernador priista de Sinaloa, completamente alejada de la institucionalidad a la que estaría obligado.
Los vocablos y los conceptos golpe y golpismo no son, referidos a México, parte de la cultura política nacional. Pero es obvio que en cualquier latitud el golpe de Estado (clásico o blando) se encuentra en el arsenal de la derecha oligárquica.
Descartada la posibilidad de desalojar a López Obrador de Palacio Nacional por medios electorales, la derecha anda ensayando el golpe. Primeramente, como es palpable en los medios de comunicación, el golpe suave: calumnias, descalificaciones, mentiras, exageraciones, bulos o borregos. Pero también, como se vio en Culiacán, ya se está considerando el golpe clásico.
Miguel Ángel Ferrer / Economía y política
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