Ni Trump ni Estados Unidos se encuentran en condiciones para desatar una guerra para derrocar al presidente Nicolás Maduro
Con el muy manido y absurdo pretexto de que Venezuela es el punto de origen de los inmensos cargamentos de cocaína que surten al mercado de drogas estadounidense, Donald Trump nuevamente blande la amenaza de hacerle la guerra a la revolución bolivariana.
No se puede descartar que tal amenaza puede convertirse en realidad, pero hasta un inicial acercamiento al asunto revela que ni Trump en lo particular ni Estados Unidos en lo general se encuentran en condiciones para desatar una guerra que, pretextos aparte, sólo buscaría el derrocamiento del gobierno del presidente Nicolás Maduro y la devolución del poder a la oligarquía criolla.
Esta carencia de las condiciones mínimas permite pensar que las amenazas trumpianas no tienen otro propósito que mantener y elevar las posibilidades de reelección presidencial del magnate neoyorquino. Una variante actualizada de método verborreico que tan rentable y exitoso le ha resultado a Trump en su asalto a la Casa Blanca.
Pero una cosa es pretender ganar la reelección y otra muy distinta derrocar a Nicolás Maduro. En esta pretensión Trump se encuentra en el mismo punto que todos los presidentes yanquis desde el triunfo electoral de la revolución bolivariana iniciada hace 20 años por Hugo Chávez y continuada por Nicolás Maduro.
Desde entonces y hasta ahora han sido tres las opciones para conseguir un cambio de régimen en Venezuela: magnicidio, golpe de Estado e invasión militar. Y es claro que los dos primeros elementos de esa triada han resultado fallidos. No queda entonces más opción que la guerra directa y en gran escala. Una agresión militar para la que Venezuela lleva preparándose 20 años.
La invasión a una Venezuela mejor armada y organizada que nunca no pasa de ser una posibilidad abstracta. Y más abstracta y lejana tomando en consideración que EU enfrenta en su propio territorio el embate de la pandemia del coronavirus que amenaza con matar a 200 mil estadounidenses en los próximos meses.
Una agresión militar que en los momentos críticos de la pandemia provocaría necesariamente decenas de miles de desplazados que llevarían consigo y propagarían en las naciones vecinas el mortal virus.
Y eso sin contar que sanos, heridos o mutilados, los soldados yanquis que retornen a EU también propagarían el Covid-19 incrementando el número de contagiados y de fallecimientos en suelo yanqui. De modo que para Trump la disyuntiva es muy clara: hay que ganar la reelección y por un tiempo olvidarse del derrocamiento de Maduro.
Miguel Ángel Ferrer / Economía y política
www.economiaypoliticahoy.wordpress.com
mentorferrer@gmail.com