Este martes en la Cámara de Diputados arrancan los trabajos de análisis de la reforma electoral propuesta por Andrés Manuel López Obrador al Congreso. En este tema, como en muchos otros antes, el Presidente ha convertido el asunto en un proceso de confrontación que hoy por hoy que pone de un lado a quienes apoyan una reforma regresiva y autoritaria y quienes defienden a la democracia mexicana.
Por más que digan legisladores y dirigentes de oposición, sean del PRI o el PRD, como Alejandro Moreno o Miguel Angel Mancera, quienes apretados y amenazados por el gobierno sostengan qué hay que analizar la iniciativa y buscar acuerdos, la cosa está así de simple: quienes voten en favor de la reforma electoral de AMLO serán unos verdaderos traidores a la democracia y le abrirán la puerta a tiempos oscuros de autoritarismo y regresión política para México.
No debe dejar de repetirse: la iniciativa de reforma político-electoral de El Peje representa la restauración del modelo electoral y legislativo con el que el PRI mantuvo ilegítimamente el poder por casi 70 años.
Atentar contra una un organismo autónomo como el INE que durante más de un cuarto de siglo ha dado certeza y estabilidad a la democracia mexicana y pretender sustituirlo con un organismo único electoral integrado por consejeros designados pretendidamente por el voto popular, reducir a 96 los integrantes del Senado y elegir por listas estatales es una intentona evidente de ejercer control absoluto de los procesos electorales y del Congreso de parte del Presidente y su partido Morena a través de los gobernadores.
Parece que AMLO y Morena quieren revivir la forma en que el PRI durante décadas aplastó a la oposición, marginó a las minorías y acalló a las voces disidentes. También hay que recordar las veces que sean necesarias que ese sistema aplastó con la bota del Ejército a todos los movimientos sociales que cuestionaron el autoritarismo priistas.
¿O que ya quienes se dicen de izquierda dentro y fuera de Morena ya olvidaron la represión sistemática a la disidencia social y política del régimen priista? Fueran los ferrocarrileros, los médicos, los maestros y los estudiantes en 1968 y 1971, lo que derivó en los movimientos guerrilleros de los años 70 y que siguieron incubados en Chiapas con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el Popular Revolucionario (EPR) y el Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI).
Y que fue precisamente esa ida a las armas la que hizo que el sistema iniciara un proceso de apertura diseñado por don Jesús Reyes Heroles quien abrió el Congreso a las diputaciones plurinominales para que la disidencia y el pensamiento diferente tuviera una expresión política dentro del marco de la ley y las instituciones.
Pero no fue suficiente para consolidar la apertura democrática, tuvo que venir un proceso de reformas la crisis política tras las elecciones de 1988 para que México contara con un instituto electoral ciudadanizado que le ha dado credibilidad y certeza a los procesos electorales durante más de 30 años.
Esa democracia que le costó a varias generaciones de mexicanos construir es lo que pretende cancelar López Obrador con su reforma político-electoral, a la que el PRI de Alejandro Moreno se está acercando peligrosamente.
Sin duda hoy se hace cada vez más urgente llamar a defender al INE y la pluralidad e independencia del Congreso, pero también a señalas como traidores a los que apoyen la inmoral, peligrosa y destructiva reforma político-electoral de López Obrador.